Si comprar un cuchillo artesanal, es darse un gusto, encargarle uno a Martín, es una doble satisfacción.
“El cuchillero” como le dicen algunos, logra que uno se sienta parte de ese proceso de creación. Te explica los secretos de los distintos aceros y el juego de la alquimia que hay detrás de la diferente combinación de los mismos.
Te ayuda a definir qué tipo de acero y terminación en función del uso que uno le va a dar, si te gusta más mantenerlo o si te inclinas por la practicidad del inoxidable.
El hecho de ser tallador y conocer en profundidad las distintas características de cada madera, le agrega un toque especial a la elección del cabo.
Para casa compré una hachita bien rústica a la que mis hijos bautizaron como “la primitiva”. Valoro muchísimo la duración del filo y el balance del peso entre hoja y cabo, que hace que la cuchilla se sienta prácticamente como una extensión natural de la mano.
En fin, Tener un cuchillo de Martín, es volver a valorizar lo especial, lo trabajado… Una emboscada a la inmediatez y la producción en masa.
Una experiencia totalmente recomendable.